SÉ PIADOSA


Te lo imploro, apiádate de mí. Apiádate del mundo. El simple hecho de que existas es una injusticia omnipotente. Propagas un efluvio de adicción y me conviertes en uno de tus adeptos, te lo digo yo, que nunca he tenido ningún vicio. Ni siquiera el agua de todos los mares podría saciar esta sed de lascivia que produces en mí cuando aprecio tu sublime figura. Quiero ser carne de tu piel; reencarnar junto a ti convertidos en una sola existencia. Tu cuerpo es la máxima expresión de la tentación. Eres una pasión incesante. Una maravilla que nació entre las cenizas del amor. Eres la existencia misma de un deseo encarnado y el pecado en el que deseo morir.

—Tony E. A.

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