PARAÍSO INMACULADO


Un paraíso inmaculado reside al sur de su cuerpo, donde se encuentra el fruto de la tentación. Y precisamente quiero comer de ese fruto, saborearlo y disfrutar su amenidad. Pretendo regar con mi lengua su suelo hasta que la tierra se agite, hasta que su vida enardezca. Y, finalmente, cuando haya terminado de comer ese fruto, y su sabor ya esté impregnado en mis labios, quiero recorrer su cuerpo hasta llegar a su cumbre, y en sus labios hacerle degustar su propio sabor, el sabor de los milagros.

—Tony E. A.

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