DUEÑA DE SU SONRISA


Ella tendía a enamorarse de quien la destruía, y por miedo a quedarse sola, ella siempre encontraba las excusas más absurdas para continuar con las relaciones destructivas. Creía que un mal amor era mejor que estar sola. Sin embargo, después de haber permitido que se aprovecharan de su empatía y tomaran el control de su felicidad, ella decidió cambiar. Después de haberse destruido incontables veces, ella encontró la forma de encajar sus piezas para no volverse a equivocar. Ella abrió los ojos y se arrancó todo el miedo que no le permitía amarse. Comprendió que no podía darle la responsabilidad de su felicidad a alguien más, porque ella era la única dueña de su sonrisa, y siempre los sería.

— Tony E. A.

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