Tú eras el sol. Y yo estaba profundamente enamorada de ti. Pensaba que tú eras quien iluminaba mi mundo. Pero eso nunca fue cierto. Sólo me engañé a mí misma. Me dejé cegar por tu brillo. Me dejé impresionar por algo que no era tan impresionante. Y nunca me di cuenta de la clase de imbécil que eras. Pero todo eso ya pasó. Se terminó. Ya todo está bien. Ahora me doy cuenta de que yo siempre fui el universo. Y tú siempre fuiste una estrella más, intentando brillar en la inmensidad de mi grandeza.
— Tony E. A.
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