AGUA EN TU PIEL


Después de besar los amaneceres en tus labios y guardarme en mi pecho tu nombre, comprendí que en la meteorología de tu cuerpo habita un diluvio universal, llamando a que mis manos sean agua en tu piel. Y así era cómo nuestros cuerpos hechos de fuego se hacían lluvia; y nuestros brazos y piernas se enredaban en las sábanas.

— Tony E. A.

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