Mis ojos siempre han sido tuyos. Y sólo te pertenecen a ti, porque mis ojos se ponen celosos si miro a otras mujeres. Se han vuelto tan celosos y caprichosos que sólo sonríen cuando te ven. Son mis ojos los que le dicen a mi alma que no hay otra mujer como tú. Y mi alma sonríe, porque sabe que es cierto. Son mis ojos los que llevan un poco de tu luz a mi alma; y mi alma transforma esa luz en felicidad. Y ya hace mucho tiempo que mis ojos dejaron de ver cuerpos bonitos y comenzaron a apreciar el esplendor de la belleza interior. Y no existe nadie con un esplendor más bello que tú, es por eso que mis ojos siempre han sido tuyos.
—Tony E. A. Rosas de Caramelo.
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