ADICTO A TI


¡Qué descaro mujer! Mira que convertirme en un adicto a ti sin mi consentimiento. Eso no tiene perdón. Ahora dependo totalmente de ti; dependo de tu voz y de tu aroma, de tu luz y tu locura. Y así es el único desprecio que siento por ti, bonito; te desprecio con amor y con el alma, con fuego y con miel. Yo te amo despreciándote, y te desprecio amándote. Pero al final, te amo. Amo tus desastres y tus descaros, y me abrazo a ellos, pues es lo que alimenta mi éxtasis por ti.

—Tony E. A. Rosas de Caramelo.

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