Te dije que me iba, y me dijiste que me alcanzarías. Te dije que me escaparía de tus encantos, y me hiciste caer rendido a tus pies. Te dije que ya no te extrañaría, y me demostraste lo que realmente valías. Te dije que ya no te querría, y me diste un beso que acarició mi alma. ¡Bravo señorita! Lo reconozco: usted ha esclavizado mi amor sincero.
—Tony E. A.
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